Capitulo 2 - ¿Qué es la Meditación?
En el
transcurso de las últimas décadas han ocurrido muchos cambios en diferentes
partes del mundo, especialmente en el mundo occidental. Han ocurrido cambios
políticos, culturales, sociales, así como grandes cambios tecnológicos. Hasta
podríamos decir que en las últimas décadas han ocurrido más cambios en el
mundo, y particularmente en el mundo occidental, que en cualquier otro período
de la historia humana.
Al menos en lo
que respecta a los asuntos humanos, en las últimas décadas, se ha notado un
ritmo cada vez más acelerado. Esto parece estar ocurriendo en períodos cada vez
más cortos. Tiempo atrás, cuando el ritmo de vida era más lento, y daba tiempo
para "crecer", pasaban varias generaciones antes de que alguna
novedad en algún aspecto particular de la vida comenzara a ser evidente.
Actualmente, sin embargo, las cosas son distintas: ahora pueden percibirse
cambios en el curso de una vida, y aún en el curso de una década o de media
década. Podemos notar este ritmo acelerado en casi todos los campos de la vida
humana, ya sea en la política, en lo social, económico o cultural.
No obstante, en
este capítulo nos concierne solo uno de estos campos, al que llamaremos usando
un término bastante amplio y neutral, el campo cultural. En este campo en
particular, los cambios mayores, más significantes y también, potencialmente,
los más importantes que han ocurrido en años recientes están relacionados con
el tema de la meditación.
En Occidente
hace quince o veinte años apenas se había oído mencionar el tema de la
meditación. Lo poco que se sabía, o el menguado interés que se notaba, se debía
a pequeños grupos aislados y a individuos excéntricos. Hoy en día, podríamos
decir, que la meditación es una palabra de uso común y corriente. Sin embargo,
el hecho de que la palabra meditación sea tan familiar no implica que su
significado, y lo que ésta realmente representa, esté claro y que se le entienda
correctamente.
Cuantas veces
he oído a gente decir: "La meditación consiste en poner la mente en
blanco". Otros parecen pensar que meditar es sentarse sin hacer nada. A
pesar de que sentarse sin hacer nada puede ser algo que merezca la pena, a esto
no puede llamársele meditación. También se oye decir a menudo que meditar es
sentarse y observar nuestro ombligo, torciendo la vista al hacerlo; o que es
entrar en una especie de trance (desgraciadamente un conocido escritor de
libros de budismo ha popularizado, en cierto sentido, la palabra
"trance" como sinónimo de la palabra meditación). Hay otros que
piensan que meditar es sentarse en silencio a pensar "dándole vuelta a las
cosas en la mente". También hay quienes creen que meditar es entrar en
algo así como un estado de autohipnosis. Estas son algunas de las ideas
erróneas, más comunes acerca de la meditación.
La causa de
todos estos malentendidos es bastante evidente. La meditación es un tema
relativamente nuevo en Occidente, o al menos en Occidente moderno. No ha
surgido nada comparable, al menos en la historia reciente, dentro de nuestra
experiencia. Ni poseemos siquiera las palabras correctas, los términos técnicos
propios, para describir los estados y procesos de la meditación. Es, por lo
tanto, natural que existan estos malentendidos.
Por otro lado,
debemos recordar que la meditación es esencialmente pragmática, algo que se
debe practicar y experimentar. Aún así, para la gran mayoría, los conocimientos
sobre la meditación provienen de rumores y no de la práctica o de la
experiencia propia. De modo que las opiniones más comunes se basan en
información de segunda, tercera y aún de cuarta mano. Incluso algunos acuden a
los libros para obtener conocimiento sobre la meditación. Hoy en día en el
mercado hay una gran cantidad de libros que tratan, o aparentan tratar, de la
meditación. Pero lamentablemente los libros mismos, con demasiada frecuencia,
están basados en rumores más que en una experiencia y conocimiento directos; en
casos extremos hasta pueden estar basados en la más pura especulación. Existe
ya, en el campo de la meditación, una gran cantidad de personas que se
autodenominan expertos. Cuando un tema llega a ser tan popular como está
llegando a serlo la meditación, sobran los que desean aprovecharse de la
situación. En este particular, recuerdo mis experiencias durante el año de la
celebración del Buda Jayanti, año en que el mundo budista celebraba los 2500
años del Paranirvana o muerte del Buda, y también los 2500 años del budismo. El
gobierno hindú cubría los gastos de las celebraciones en toda la India,
mientras que los gobiernos del sureste de Asia cubrían los gastos de las
celebraciones en sus respectivos países. Así surgió un gran interés y la
demanda de la literatura budista creció tanto, que mucha gente comenzó a
escribir libros, panfletos y artículos sobre el budismo, en algunos casos sin
ninguna aptitud, tomando información de aquí y de allá, de fuentes más o menos
fiables; y así muchos sostenían que habían producido una nueva reflexión sobre
el budismo.
En Occidente,
hoy en día, las cuestiones espirituales en general tienen una gran demanda, y
entre ellas en particular la meditación. Un gran número de personas se sienten
insatisfechas con sus vidas, con la manera convencional de vivir y de hacer cosas.
No aceptan las explicaciones puramente científicas de la vida; ni tampoco se
sienten del todo satisfechos con las explicaciones tradicionales dadas en
términos, más que nada, judeo-cristianos. Por lo tanto, han comenzado a buscar
algo que les proporcione una satisfacción más profunda, más duradera, más
creativa y más constructiva. Algunos buscan en el legado de las tradiciones
espirituales de Oriente, y particularmente en el campo de la meditación,
adquiriendo conocimientos sobre esta y tratando de ponerlos en práctica. Estas
personas quieren asistir a fines de semana dedicados a esta práctica, y así se
crea la demanda en el campo de la meditación.
Sin duda, son
muchos los que están dispuestos a aprovecharse de la situación y acuden a
satisfacer la demanda. Habrán algunos con las aptitudes necesarias para
satisfacer esta demanda, impartiendo enseñanzas sobre la meditación, mientras
que otros no las tendrán; lo que puede producir toda clase de malentendidos. Es
un error común pensar que hay realmente solo un tipo de meditación, o que la
práctica de meditación está restringida al uso de una técnica particular de
concentración. A veces los que conocen o practican solo uno de estos métodos
tienden a concebir la meditación en términos muy limitados y muy particulares;
hay quienes afirman que el método que ellos practican es el mejor, más aún, que
es el único y que aquellos que no lo practican no pueden estar meditando. Estas
personas sostienen que las otras técnicas, los otros métodos y las otras
tradiciones no tienen ningún valor. Esta es la clase de error que se comete.
Por lo tanto, es cada vez más urgente que se aclaren dichas confusiones y que
se resuelvan los malentendidos. Es cada vez más importante que entendamos
claramente lo que es la meditación. Para ello debemos recordar lo que se dijo
anteriormente con respecto al gran abismo que existe entre lo real y lo ideal:
hay una gran distancia que separa al ser humano ordinario e ignorante del ser
Iluminado, del Buda. Además debemos recordar lo que es el budismo en su
esencia.
Como hemos
visto en el capítulo anterior, el ser humano Iluminado o Buda, representa una
forma de ser y de conciencia para la que no hay equivalente en el pensamiento
occidental y, por lo tanto, para el que no existe un término adecuado. El
término "Buda" no significa Dios, ser supremo, creador del universo,
ni tampoco Dios encarnado, mucho menos significa ser humano en el sentido
ordinario. Tal vez podamos entender mejor lo que es Buda desde el punto de
vista del proceso evolutivo. Un Buda es un ser humano, aunque una clase muy
especial de ser humano: Buda es el ser humano perfecto. Es decir, alguien que
ha alcanzado, que ha realizado completamente el estado de perfección espiritual
llamado Iluminación. Esto es lo que significa la palabra Buda. Y el budismo es
todo aquello que ayuda a salvar el abismo que existe entre lo real, entre el
ser humano ordinario y lo ideal, el ser humano Iluminado. El budismo es todo
aquello que nos ayuda a madurar, a crecer espiritualmente, a evolucionar. Cuando
el humano real se transforma en humano ideal, cuando el humano ignorante llega
a iluminarse, ocurre un cambio tremendo, un cambio que tal vez es el más grande
que pueda producirse. Este proceso de transformación es lo que llamamos la Vida
Espiritual o Evolución Superior. Ahora bien, la pregunta es obvia: ¿Qué es lo
que cambia? ¿Y en qué consiste ese desarrollo, esa evolución?
Evidentemente
no es el cuerpo físico lo que cambia: el ser humano ordinario y el Iluminado
son muy parecidos en su aspecto físico. Los cambios que ocurren son puramente
mentales, en el sentido más amplio de la palabra. Lo que evoluciona es la
conciencia, y esto marca la gran diferencia entre la Evolución Superior y la
Evolución Inferior. Se llama evolución inferior al proceso de transformación
desde la ameba hasta el ser humano ordinario. Este es un proceso de evolución,
mas que nada biológico y que finalmente se torna psicológico. La Evolución
Superior corresponde al proceso de transformación que conduce del ser humano
ignorante al ser humano Iluminado. Este es un proceso puramente psicológico y
espiritual, que puede, a la larga, disociarse del cuerpo físico. Ahora bien, la
tradición budista nos habla de cuatro grados o niveles de conciencia, cada uno
supera al anterior. Primero está la conciencia asociada al plano, o
"mundo" de la experiencia sensual; en segundo lugar, la conciencia
asociada al plano o mundo de la forma mental y espiritual -el mundo de los
arquetipos-; en tercer lugar la conciencia asociada al plano o mundo de la no-forma.
Y en cuarto lugar, está la conciencia asociada al Camino Trascendental, que
conduce directamente al Nirvana, Budeidad o Iluminación, así como también el
estado mismo de la Budeidad o de la Iluminación, o el estado del Nirvana.
Además hay otra
clasificación que puede resultar más comprensible. En esta también hay cuatro
niveles o etapas de la conciencia, pero no corresponden exactamente a las de la
clasificación anterior. De acuerdo con esta clasificación, tenemos en primer
lugar lo que se conoce como la conciencia sensorial, es decir, la conciencia
asociada a la percepción a través de los sentidos, que a veces se denomina
conciencia simple o conciencia animal. Este es el nivel de conciencia que
tenemos en común con los animales. En segundo lugar, tenemos la conciencia
reflexiva, la conciencia del ser consciente, del saber que sabemos. Se llama
conciencia reflexiva porque en este nivel, la conciencia se duplica, por así
decirlo, conociéndose y experimentándose a sí misma, al saberse consciente de
sí misma. Podemos decir que la conciencia reflexiva es la conciencia humana en
todo el extenso sentido de la palabra. En tercer lugar tenemos lo que se llama
Conciencia Trascendental, la conciencia que, se puede decir, está en contacto
directo con la Realidad, la Realidad Ultima, fundamental y esencial de las
cosas que se experimentan como objetos "externos". En cuarto y último
lugar, tenemos la Conciencia Absoluta. En este nivel la dualidad sujeto-objeto
se ha disuelto completamente, dando paso a la experiencia total de la Realidad
Ultima, que, en sí misa, es la experiencia pura, más allá del marco dualista.
En ambas
clasificaciones el primer nivel de conciencia corresponde predominantemente al
ser humano corriente o ignorante, que no se esfuerza por desarrollarse
espiritualmente; y el cuarto nivel corresponde al ser humano Iluminado.
Ahora podemos
comenzar a entender lo que es la vida espiritual, lo que es en esencia la
Evolución Superior. Podemos decir que ésta consiste en una progresión continua
de estados de conciencia y de ser cada vez más sublimes, yendo desde el mundo
de la experiencia sensual al mundo de la forma mental y espiritual; del mundo
de la forma mental y espiritual, al mundo de la no-forma y, del mundo de la
no-forma, al Nirvana o estado de Iluminación. En otras palabras la vida
espiritual o Evolución Superior consiste en la progresión desde el estado de
conciencia sensual hasta la conciencia reflexiva; de la conciencia reflexiva a
la Conciencia Trascendental, y de la Conciencia Trascendental a la Conciencia
Absoluta.
Ahora podemos
comprender lo que es la meditación. En efecto, podemos entenderlo más
claramente al haber distinguido los fundamentos de la vida espiritual. Hay algo
más, sin embargo, que debemos mencionar; hemos dicho que la vida espiritual
consiste en el desarrollo de la conciencia, y que el budismo o Dharma es todo
aquello que nos ayuda en este desarrollo. Ahora bien, hay dos métodos o dos
enfoques diferentes para desarrollar la conciencia, a los cuales podemos llamar
método objetivo o indirecto, o método subjetivo o directo. Si usamos esta
clasificación podremos definir la meditación. La meditación es el método
directo o subjetivo para elevar el nivel de conciencia; es decir, en la
práctica de meditación elevamos el nivel de la conciencia al estar actuando
directamente sobre la mente.
Antes de eso,
no obstante, debemos hablar un poco del método objetivo o indirecto. Hay
quienes piensan que la meditación es el único medio para elevar el nivel de la
conciencia; como queriendo decir que no "debe" tratarse de mejorar el
estado de conciencia si no es a través del método directo. Esta gente llega a
identificar la meditación con la vida espiritual, la identifica exclusivamente
con la práctica de meditación. De modo que, en su criterio, no se puede seguir
una vida espiritual si no se medita. Estas personas a veces llegan al extremo
de identificar la vida espiritual con una clase particular de meditación, o con
un ejercicio de concentración muy específico. Indudablemente este punto de
vista es muy limitado, tanto, que nos hace olvidar que la vida espiritual
consiste esencialmente en elevar el nivel de la conciencia, y hasta nos hace
olvidar, a veces, lo que es realmente la meditación. Es indiscutible que la
meditación es tan importante como los métodos indirectos, y tal vez se podría
decir, que es más importante; pero no debemos olvidar que existen otros
métodos. Si nos olvidamos que es posible elevar el nivel de la conciencia a
través de métodos indirectos, nuestro enfoque será muy parcial; y si actuamos
desde este punto de vista, tenderemos a llevar una vida espiritual muy limitada
y estrecha, excluyendo, por ejemplo, cierto tipo de gente que, por
temperamento, no siente un interés particular por la meditación. Entonces,
veamos ahora algunos de estos métodos indirectos, no meditativos, para elevar
el nivel de la conciencia.
En primer lugar
podemos citar el cambio de medio ambiente. Este es empleado de una forma
deliberada como método indirecto para elevar el nivel de la conciencia, cuando
por ejemplo, vamos de retiro al campo o a un centro para retiros. Pasamos allí
unos días, tal vez unas semanas, simplemente disfrutando de un ambiente más
placentero. Este simple cambio de ambiente es a menudo más provechoso de lo que
se cree; lo cual nos sugiere que el medio donde vivimos y trabajamos
normalmente es más perjudicial para nuestro estado mental de lo que suponíamos.
Parece que para la gran mayoría un cambio positivo de ambiente trae consigo, de
una forma muy natural, un aumento en el nivel de conciencia, aún con muy poco
esfuerzo.
Otro método
indirecto, muy simple y práctico es lo que se puede llamar la
"Subsistencia Correcta". Con muy pocas excepciones todas las personas
tenemos que trabajar para ganar nuestro sustento. Muchos de nosotros haremos el
mismo tipo de trabajo cinco días a la semana, durante las cincuenta semanas del
año; y tal vez, continuaremos este trabajo unos cinco, diez, quince, veinte o
treinta años, hasta llegar a la edad de la jubilación. Indudablemente todo esto
tendrá un efecto continuo sobre nuestra mente. Si el trabajo que desempeñamos
es malsano, en el sentido moral, mental y espiritual, el efecto sobre nuestra
mente será perjudicial. Por eso, en las enseñanzas del Buda se aconseja muy
especialmente que examinemos cuidadosamente nuestro medio de subsistencia, y
que sigamos la "Subsistencia Correcta" es decir, que ganemos nuestro
sustento de manera tal, que no sea perjudicial para nuestro estado mental, ni
le cause daño a otros seres. En la tradición budista hay una serie de
ocupaciones que son consideradas poco provechosas, como el trabajar de
carnicero, comerciante de armas, proveedor de licores... Así pues, al cambiar
nuestro medio de subsistencia, si es que el actual es poco deseable, por el simple
hecho de cambiar de trabajo, de ambiente, el tipo de gente con la que nos
asociamos, las obligaciones diarias, tan sólo por este hecho, notaremos un
efecto positivo y provechoso en nuestro estado mental, o al menos nuestra nueva
ocupación no nos impedirá elevar el nivel de nuestra conciencia.
Si somos aún
más concretos y específicos, diremos que es muy importante llevar una vida
regular y disciplinada; algo que aparentemente se está volviendo cada vez menos
popular. Una vida disciplinada puede consistir en la observancia y la práctica
de ciertas normas y principios morales, en trabajar, comer, estudiar y
recrearnos a horas regulares. O en ser moderados en el comer, dormir y hablar;
tal vez ayunando de vez en cuando u observando silencio por unos días o
semanas. En su forma más completa este tipo de vida, es la que se llama vida
monástica. Pueden observarse claros cambios en los estados mentales de aquellos
que han llevado tal estilo de vida por varios años, aún sin la práctica de
meditación.
Existen dos
métodos indirectos tales como el Hatha Yoga, o yoga como cultura física.
Especialmente, existen los asanas o posturas de yoga, que afectan no
solo al cuerpo sino a la mente. Estos asanas afectan a la mente
indirectamente a través del cuerpo y son muy útiles, aún para aquellos que
practican la meditación regularmente. Puede que a veces un meditador más
experimentado se sienta demasiado preocupado por la meditación; en tales
ocasiones, algunas posturas de yoga resultan muy beneficiosas para calmar y
concentrar la mente. De esta forma el meditador combate el cansancio y llega a
sentirse lleno de vigor, casi como si hubiese meditado.
También existen
las varias Do o "Sendas" japonesas, como la Ikebana -arreglo
de flores-, el Tai-chi chuan, etcétera. Tal vez arreglar algunas flores
en un florero sea algo muy simple y ordinario sin embargo, la gente que se ha
dedicado a esta actividad durante años, ha experimentado un cambio en su estado
mental, un cambio en su nivel de conciencia. Todas estas disciplinas afectan la
mente y pueden ser usadas como métodos indirectos para elevar el nivel de
nuestra conciencia. De forma similar, el disfrute de grandes obras de arte como
la buena poesía, la música y la pintura a menudo nos ayuda a elevar el nivel de
nuestra conciencia. Esto es posible siempre y cuando la obra de arte haya sido
realizada a partir de un estado de conciencia superior al que normalmente
experimentamos.
En un nivel más
práctico se encuentra el ayudar a los demás. Podemos dedicarnos a ayudar a los
enfermos, a los pobres y a los necesitados. Podemos dedicarnos a estas
actividades de muy buena gana, descuidando nuestra comodidad y conveniencia y
sin ningún motivo personal egoísta. Esto es lo que en la tradición hinduista se
conoce como Nishkama Karma Yoga, o yoga de la acción desinteresada. Este
es otro método indirecto de elevar el nivel de conciencia.
Luego está el
asociarse con personas dedicadas a la vida espiritual, especialmente aquellos
que están más avanzados que nosotros, si es que tenemos la suerte de encontrarlos.
Este método es considerado en algunas escuelas, o por algunos maestros, como el
más importante de todos los métodos indirectos. En la literatura religiosa y
espiritual de la India se hace referencia una y otra vez a este método llamado Satsangh.
Sat significa verdadero, real, auténtico, genuino, espiritual e incluso
trascendental; mientras que Sangh significa asociación, comunión, o
hermandad. Satsangh es simplemente reunirse de una forma espontánea y
feliz con gente que está en el camino espiritual y que se interesa por estos
asuntos. Esto tiene una influencia muy positiva en nuestra mente, aún y sin
hacer ningún esfuerzo. Así, el Satsangh es otro método indirecto de
elevar el nivel de conciencia. En el budismo este método es conocido como Kalyana
Mitrata.
Como método
indirecto también existen las ceremonias y los cantos religiosos. Hoy en día se
menosprecian los ritos y cantos religiosos, especialmente en círculos
intelectuales. Sin embargo son métodos clásicos para elevar el nivel de la
conciencia. El simple hecho de ofrecer flores o una vela encendida a una imagen
afecta nuestro estado mental, y a veces puede tener resultados sorprendentes.
Puede que hayamos leído mucho sobre la vida espiritual, que hayamos hecho
experimentos productivos con la meditación, sin embargo llevar a cabo un simple
ritual en ocasiones, puede ayudarnos mucho.
Hay muchos
otros métodos indirectos que podrían ser enumerados y que además podrían
combinarse entre sí. También hay algunos que pueden usarse conjuntamente con el
método directo, con la meditación. Sin embargo, estos métodos indirectos por
muy buenos y efectivos que sean no nos llevarán muy lejos, no pueden llevarnos
a través de todos los niveles de conciencia. Aún así, estos seguirán siendo de
gran utilidad durante mucho tiempo, porque para la mayoría de nosotros el
acceso a niveles superiores de conciencia requiere de muchos años de
preparación. Ahora bien, si logramos acercarnos a esos niveles indirectos para
continuar progresando, tendremos que recurrir más y más a la meditación.
Tendremos que comenzar a controlar la mente de una forma directa.
Así llegamos a
preguntarnos ¿cómo se logra esto? ¿En qué consiste controlar la mente
directamente? Hasta ahora he venido usando la palabra meditación porque este es
el término más común en Occidente. No obstante, la palabra meditación en su uso
ordinario no corresponde con ningún término hindú o budista; lo que en
Occidente se llama meditación corresponde por lo menos a tres procesos muy
diferentes. La palabra meditación cubre tres maneras diferentes de controlar la
mente y tres etapas diferentes en el desarrollo de la conciencia, para las
cuales tanto en el budismo como en otras tradiciones espirituales de la India,
hay tres términos diferentes, que comprenderían: la concentración, la absorción
y la visión clara.
La Etapa de
la Concentración
La
concentración comprende dos procesos simultáneos: la unificación de las
energías y la disminución del campo del foco de la atención. Por lo tanto
podemos hablar de la concentración en términos de integración. La integración
es de dos tipos, que llamaremos horizontal y vertical. La integración
horizontal consiste en la unificación de la mente consciente en sí misma, o en
su nivel ordinario; mientras que la integración vertical consiste en la
unificación de la mente consciente con el subconsciente, lo cual lleva consigo
la liberación de las energías somáticas bloqueadas, así como el despertar de
energías psíquicas en niveles cada vez más profundos.
La integración
horizontal corresponde a lo que normalmente se conoce en el budismo como
atención y recuerdo. La palabra recuerdo es bastante adecuada dentro de
este contexto ya que implica reunir algo que se encontraba disperso, llevándolo
a nuestro ser consciente. Nuestro ser consciente a menudo se divide en varios
aspectos o "seres parciales", cada uno con sus propios intereses,
deseos, etcétera, cada uno tratando de suprimir a los demás para así alcanzar
la supremacía. Unas veces se impone uno, otras veces otro diferente, y así
terminamos sin saber quienes somos realmente. A veces nos sentimos rebeldes;
hay en nosotros un ser parcial que quiere ser bueno y responsable, pero también
hay otro que quiere olvidarse de todo y divertirse. De este modo no sabemos
claramente quienes somos. Nos identificamos con cada uno de estos seres
parciales cuando toman posesión de nuestra mente consciente, pero al mismo
tiempo sabemos que ninguno de ellos es el total de nuestra persona. La verdad
es que no somos realmente un solo ser sino una colección de seres parciales
desintegrados. Nuestro ser real llegará a existir cuando logremos integrar o
recordar todos estos aspectos, todos estos seres, para reunirlos en nuestra
mente consciente. Esto se logra por medio de la práctica de la atención y el
recuerdo.
La atención y
recuerdo en la tradición budista es de tres clases. Primero tenemos la atención
en el cuerpo y sus movimientos; debemos estar atentos de todo movimiento del
cuerpo. No debemos hacer ningún movimiento sin percatarnos de ello. Cuando
hablamos, también debemos estar atentos y con pleno conocimiento de lo que
decimos y de nuestros motivos. Debemos estar alertas, despiertos y tranquilos.
Luego, en segundo lugar, está la atención en nuestros sentimientos y emociones;
que es el tener clara conciencia de nuestros estados de ánimo pasajeros, de si
estamos tristes o felices, contentos o descontentos, ansiosos, atemorizados,
alegres o excitados. Observamos y vemos todo, sabemos exactamente como estamos;
esto no implica que debamos tomar una actitud desapegada de nuestros
sentimientos y emociones como si fuésemos espectadores, observando desde fuera.
Estaremos experimentando nuestros sentimientos y emociones y al mismo tiempo
estaremos siempre atentos, siempre observando lo que sentimos. Tercero y
último, la atención de los pensamientos: el saber lo que estamos pensando,
saber donde está nuestra mente de un instante a otro. Sabemos que nuestra mente
está inquieta y que se distrae fácilmente. Generalmente nuestros pensamientos están
distraídos, por esta razón debemos enfocar nuestra atención en los
pensamientos, debemos tratar de tener clara conciencia de lo que pensamos
momento a momento.
La integración
horizontal se logra practicando de esta manera; por medio de esta práctica unificamos
los aspectos de la conciencia, dando así origen a nuestro ser. Cuando lo
logramos plenamente podemos decir que hemos desarrollado por completo nuestra
conciencia reflexiva y nos hemos convertido en seres humanos verdaderos. La
concentración no es sólo horizontal sino también vertical. Los aspectos
conscientes deben integrarse con los aspectos inconscientes. Esto se logra por
medio de un objeto de concentración, un objeto en el cual uno aprende a
concentrar toda la atención y en el que se absorben las energías del
inconsciente.
El meditador, o
aspirante, habiendo alcanzado la integración horizontal llega a un punto
crucial; el punto en que deberá hacer una importante transición: desde el plano
de la experiencia sensual hasta el plano del mundo de la forma mental y
espiritual. Allí aparecen los denominados "cinco obstáculos", que
impiden esta transición y que deberán suprimirse para poder entrar en la etapa
de la absorción; dicha supresión es temporal. Los cinco obstáculos mentales son
erradicados definitivamente solo con el despertar a la Realidad de las cosas.
El primer obstáculo es el deseo de experiencias sensuales a través de los cinco
sentidos, es decir, el deseo de experimentar sensaciones agradables a través de
la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto; especialmente sensaciones
relacionadas con la comida y el sexo. Siempre que estos deseos estén
inquietando la mente no será posible llevar a cabo la transición al estado de
la absorción, porque la mente del meditador no puede ocuparse del objeto de
concentración.
El segundo
obstáculo es el odio, o sentimiento de mala voluntad y resentimiento, que surge
cuando el deseo de experiencias sensuales se ve frustrado. Este sentimiento a
veces está dirigido hacia el objeto del deseo. El tercer obstáculo es el
letargo y la pereza, que nos ata al plano de la conciencia ordinaria y de todos
los días. Es una clase de inercia animal de mente y cuerpo. El cuarto es el
extremo opuesto del tercero, la ansiedad y el desasosiego, que se manifiesta en
nuestra mente cuando ésta se contamina por la inquietud y la preocupación, que
nos impiden dedicarnos a algo en concreto, quedándonos en un estado de continuo
aspaviento y desasosiego. El quinto y último obstáculo, es la duda. No es el
resultado de la honesta curiosidad intelectual, sino más bien una indecisión o
aún renuencia a decidirse y a comprometerse a una tarea en particular. Este
estado mental proviene esencialmente de la falta de fe, la falta de confianza,
el rechazo a admitir que existen estados mentales superiores que el ser humano
puede alcanzar. Estos son los cinco obstáculos que deben ser combatidos y
eliminados para poder concentrarnos, en nuestra preparación para entrar al
estado de absorción.
Para la mente
que se encuentra contaminada por los cinco obstáculos, hay cinco analogías o
símiles tradicionales, donde se compara la mente con el agua en diferentes
estados. La mente contaminada por el deseo de experiencias sensuales, es
comparada con agua a la que se le han agregado colorantes, es bonita tal vez
pero ha perdido su pureza y trasparencia. Una menta contaminada por el odio es
comparada con el agua hirviendo. Una mente contaminada por la pereza y el
letargo se dice que es como agua estancada llena de algas. Una mente
contaminada por la ansiedad y el desasosiego es como agua abatida por el
viento, o por una tormenta, con olas inmensas en turbulencia. Finalmente, una
mente contaminada por la duda y la indecisión es como el agua llena de barro.
Cuando se suprimen estos cinco obstáculos la mente consciente llega a ser como
el agua pura, fresca y cristalina. En este estado de calma la mente está lista
para concentrarse.
Los objetos de
concentración son de muchas clases, aún dentro de la misma tradición budista.
Algunos son simples y ordinarios, otros son complejos y extraordinarios;
algunos son objetos ordinarios de cada día, mientras que otros son más raros y
peculiares. Por ejemplo, la respiración es un objeto de concentración y existen
varias técnicas que consisten en desarrollar la atención o el seguimiento de la
respiración. Otro objeto de concentración, muy importante por cierto, es el
sonido, especialmente el sonido sagrado que se conoce con el nombre de mantra.
O podemos tomar como objeto de concentración un disco de color brillante y
puro, rojo, verde, azul, etcétera, de acuerdo con nuestro temperamento. También
podemos tomar como objeto de concentración un pedazo de hueso humano,
preferiblemente grande. Otra alternativa es tomar una idea para concentrarnos
en ella; por ejemplo, podríamos tomar alguna virtud en particular, como puede
ser la generosidad. Incluso podemos usar objetos tan ordinarios y mundanos como
la llama de una vela. Podemos concentrarnos en los diferentes centros psíquicos
de nuestro cuerpo, o en una imagen mental del Buda, un gran Bodhisattva, un
gran maestro.
Usar cualquiera
de estos objetos, ya sea la respiración, un mantra, una llama, una imagen del
Buda, etcétera, nuestra mente puede llegar a absorberse de una forma profunda,
logrando alcanzar el estado de absorción.
No es necesario
usar todos y cada uno de los objetos de concentración mencionados, aunque es
posible encontrar sistemas de meditación tradicionales que los combinan
secuencialmente; también pueden combinárseles con métodos indirectos para
elevar el nivel de conciencia, como pueden ser los rituales y cantos.
Si procedemos
de esta manera, es decir, si integramos la mente consciente con la mente
inconsciente, si vencemos los obstáculos mentales, si tomamos uno o varios
objetos de concentración y si nuestras energías más profundas comienzan a fluir
con mayor fuerza, hacia el objeto de concentración, experimentaremos un gran
cambio: nuestro nivel de conciencia empezará a elevarse, yendo del plano del
mundo de la experiencia sensual al plano de la forma espiritual y mental. En
otras palabras, estaremos pasando de la primera a la segunda etapa de
meditación; estaremos pasando de la meditación, en el sentido de concentración,
a la meditación en el sentido de absorción.
La Etapa de
la Absorción
La segunda
etapa de la meditación es la absorción, dividida a su vez en cuatro niveles, a
través de los cuales continua el proceso de la integración que ya había
comenzado en la etapa anterior. En el proceso de absorción, la mente consciente
purificada se integra con la superconsciente, y las energías de la mente
superconsciente, puramente espirituales, comienzan a fluir. La absorción
representa el proceso de unificación de la mente hacia niveles de conciencia
superiores, en niveles de ser cada vez más elevados. A medida que este proceso
se lleva a cabo se transforman gradualmente en estados y funciones superiores.
Todavía existe
un poquito de actividad mental en este primer nivel. Todavía nos encontraremos
pensando de forma muy sutil en cosas mundanas, incluso la meditación que
estamos realizando. A partir del segundo nivel de absorción desaparece por
completo este tipo de actividad mental y el pensamiento. Tal vez muchos
imaginarán que al no pensar uno se vuelve inerte, como si estuviera muerto,
pero no es así. Podemos incluso decir que, debido a que no estamos pensando,
nuestra conciencia se vuelve más clara y brillante, más radiante que nunca.
Pero a partir del segundo nivel de absorción, no hay pensamiento; podemos
tratar de apreciar que la experiencia de estos niveles no tienen un origen
analítico, ni intelectual, sino que proceden de imágenes y símbolos. Es posible
lograr esto utilizando las cuatro símiles tradicionales, que el Buda usó para
ilustrar los cuatro niveles de absorción.
El primer nivel
lo compara con el jabón en polvo mezclado completamente con agua. El Buda nos
pide que imaginemos como una persona toma el jabón y un poco de agua,
mezclándolos de tal manera que quedan totalmente absorbidos uno en el otro,
formando una mezcla homogénea perfecta. No sobrará ni una gota de agua, ni
habrá un solo grano de jabón que no se haya saturado de agua. Así es el primer
estado de absorción, de acuerdo con el Buda. En este estado el cuerpo
psicofísico queda lleno de felicidad, éxtasis, alegría y, al mismo tiempo,
todos estos sentimientos estarán perfectamente equilibrados; todo está en
calma, estable y firme: la concentración se convierte en algo natural y
espontáneo.
Para describir
el segundo nivel de absorción, el Buda nos pide que imaginemos un gran lago de
aguas tranquilas y puras. Este lago se abastece de una fuente subterránea, de
tal modo que hay un continuo flujo de agua pura que emerge desde las grandes
profundidades; así es el segundo estado de absorción. Se encuentra en calma,
claro tranquilo, puro, transparente, pero desde niveles aún más profundos
emerge algo más puro, aún más maravilloso, burbujeando continuamente. Este es
el componente espiritual, la conciencia superior, que nos inspira.
El Buda nos
dice que el tercer nivel de absorción es como el mismo lago, el mismo componente
acuático, solo que esta vez contiene innumerables flores de loto. Estas flores
de loto se encuentran completamente sumergidas en las aguas puras del lago. Del
mismo modo, en el tercer nivel de absorción, se puede decir que nos encontramos
completamente sumergidos en esta conciencia espiritual, empapados de esa
conciencia superior. Estamos saturados por dentro y rodeados por ella desde
fuera; así es el tercer nivel de absorción.
En el caso del
cuarto nivel de absorción, el Buda nos pide que imaginemos un hombre que, en un
día caluroso, acaba de tomar un baño. Al haberse lavado bien, se envuelve con
una sábana blanca, de modo que queda completamente cubierto de pies a cabeza.
Así, nos dice el Buda, es el cuarto nivel de absorción. Estamos protegidos por
esa conciencia superior del contacto y de la influencia de esos estados
inferiores. Es como si estuviésemos rodeados de un aura poderosa; no es que
podamos sumergirnos en este estado, sino más bien que este estado desciende
sobre nosotros y nos envuelve. Además comienza a emanar radiaciones, de tal
manera que crea un cuerpo meditativo a nuestro alrededor. En este estado no
seremos afectados con facilidad, sin embargo podremos influir y afectar a
otros.
Estos son los
cuatro niveles de absorción; si queremos recordarlos y adquirir cierta
identificación imaginativa de las experiencias descritas, tal vez sería mejor
que usáramos las cuatro símiles que nos ha brindado el Buda. Al haber
atravesado, por lo menos imaginariamente, estos cuatro niveles de absorción,
podemos pasar ahora a la tercera etapa de la meditación.
La Etapa de
la Visión Clara
Es la visión o
comprensión clara de la naturaleza real de las cosas; en la terminología
budista tradicional se dice que es la visión de las cosas como son realmente.
En otras palabras, usando un lenguaje más abstracto y filosófico, es la
comprensión directa de la Realidad misma. Incluso podría decirse que esto es lo
que la palabra meditación significa en su sentido más elevado, en términos de
la visión clara. Tal percepción se compone de dos partes. Por un lado es la
comprensión de todo lo condicionado, del mundo o todo lo transitorio, etcétera,
y también es la comprensión de lo Incondicionado, lo que trasciende al mundo,
lo Absoluto, lo Ultimo.
La visión de lo
condicionado consiste en tres aspectos: Primero comprendemos que todas las
cosas condicionadas y mundanas, por naturaleza propia, no pueden ofrecernos
satisfacción real o duradera. Debemos buscar la satisfacción en otra parte;
segundo, comprendemos que todo lo mundano, lo condicionado, lo transitorio es
perecedero, y que por lo tanto no podemos poseerlo para siempre; tercero y
último, comprendemos que lo condicionado solo existe en un nivel relativo y no
en uno absoluto; no posee una realidad permanente última.
Entonces, la
Visión Clara en lo Trascendental consiste, de acuerdo con una de las tantas
formulaciones, en los "cinco conocimientos" o las "cinco
sabidurías". Estos conocimientos no lo son en un sentido ordinario, sino
que van más allá de la esfera intelectual. El primero puede describirse como
"el conocimiento de la totalidad de las cosas", no tanto como la suma
de las diferentes partes sino en su sentido más profundo, a la luz de su
principio unificador. Luego tenemos el conocimiento de todas las cosas mundanas
y trascendentales sin un rastro de distorsión subjetiva. A este conocimiento a
veces se le conoce como "el conocimiento similar a un espejo",
denominado de esta manera porque refleja todo lo que se le presenta tal y como
es, sin subjetividad, ni prejuicio, sin oscurecer la realidad. En tercer lugar,
está el conocimiento de las cosas en su absoluta igualdad e identidad, viendo
una misma Mente en todo y una misma Realidad -Shunyata-. En cuarto
lugar, está el conocimiento de las cosas en su particularidad y su diversidad;
la igualdad absoluta no borra la diversidad absoluta, ni impone desequilibrios,
vemos a las cosas en su unidad absoluta. Finalmente tenemos el conocimiento de
lo que hay que hacer para el beneficio espiritual de otros seres vivientes.
El ultimo de los tres capítulos es:
Capitulo 3 - El Significado de la Comunidad Espiritual
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