El secreto es no obligarlos sino hacerles ver que meditar es bueno y puede ser divertido! Tenemos que tener en cuenta que en casi todas las practicas meditativas, es un pilar importante la imaginación. Partiendo de esta base, los niños cuentan con gran ventaja ya que ellos desbordan imaginación.
La idea es que los inspiremos a viajar mentalmente a esos mundos que les gustan, ya que no hay nada que no puedan imaginar. Tiene que ser un espacio para compartir con el niño y esto puede beneficiar la comunicación. La diferencia abismal que existe entre un niño que tiene a la meditación como parte de su vida diaria y el que no, se puede ver a simple vista. El niño no ser inquieto, sino que tendrá una actitud más relajada y paciente, un crecimiento basado en la reflexión y el entendimiento, esto le permitirá tener sabiduría para resolver conflictos. Basta con decir que si imaginamos los resultados que recibimos de la meditación constante, siendo nosotros adultos llenos de malas costumbres terrenales... cuántos podrían ser estos si el inicio fuese en la infancia. Atrevete a compartir con tú hijo esta aventura!
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